Hoy, después de dos meses pensando si podría llegar a ser un
objeto decorativo como lo es el botijo, he dicho adiós al botellín de agua
medio vacío que permanecía en el mueble de la televisión. Llegó a casa una
tarde del mes de junio, tras unas horas disfrutando con mi hija y sus amigas en
el parque. Lo dejé ahí y ahí ha permanecido. Alguna vez he limpiado el polvo,
pero como quedaba agua, lo levantaba y volvía a su lugar. Algunos días, tumbada
en el sofá, lo observaba y me decía, para qué lo sigo teniendo ahí. Pero seguía
tumbada y se me olvidaba. Después,
empezó
a darme pena tirarlo, me había acostumbrado a su presencia, como si fuese una obra de arte moderna. También hay quienes
coleccionan botellas de vino, cerveza…Un pequeño botellín de agua medio vacío,
en cambio, nadie lo guarda, salvo las malas mujeres que se olvidan de tirarlo. De todas formas, si hubiera sido de cerveza seguro
que no quedaba nada dentro.
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Siempre quedará la foto como recuerdo de tu presencia. |
Pues nada, ya está en proceso de reencarnación. Vaya suerte
que tienen lo botellines que pueden reencarnarse, aunque a lo mejor no les
gusta en qué se reencarnan. Quizás vuelva de nuevo a esta casa, quién sabe.
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