Por eso suelo tener dos cosas a la vez: la tele puesta y yo con el mando en la mano, y el ordenador en la mesita para todo.
Así que, algunos sábados y domingos, pillo ese mando, me tumbo
en el sofá, me cargo de palomitas, patatas fritas o pipas, alguna cervecita
para después y me lanzo a zapear un rato hasta que acabo viendo las películas
europeas de la uno. Insufribles, malas a rabiar, pero sin anuncios, que es de
agradecer. Porque eso de "volvemos en siete minutos" está bien para ir a la
nevera, al baño o lo que sea, pero cuando ya estás acomodada en el sofá, esos
siete minutos se hacen eternos.
Al final de lo que ponen en la tele no me entero de nada,
pero me da igual. El mando es mío y está en mi mano. Pero dura poco, acabo de
pasárselo a mi hija. Por fin volveré a ver a Clarence y Gumball
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