Me lo tengo merecido por no seguir mis normas. Cuando estoy
sola lo mejor para comer es cocer: cocer una cacerola de macarrones, de arroz,
de lentejas (sólo en invierno, en verano latas). No la cumplí y el resultado
fue un ataque indiscriminado de unas morcillas, sin piedad. Después de donar
sangre, lo donantes me dijeron que era bueno comer morcilla para reponer
sangre. ¡Y una leche bueno! Me puse a freír morcillas y las muy condenadas me
atacaron vilmente haciendo saltar el aceite. Y como iba sin camiseta, para
variar, cómo se aprovechaban. Yo intentando poner periódicos en el suelo para
que aquello no acabara hecho un cristo y las morcillas y las mocillas lanzando
sus daros por la espalda; al levantarme para defenderme, siguieron por delante.
Conseguí retirarme e intenté restablecer mi defensa armándome con una tapa de
cacerola con la que fui hacia delante intentando evitar sus lanzallamas.
Que sepan que acabe con ellas. Hubo ciertas heridas, pero lo
peor es que hubo que limpiar los estos de la dura batalla. No me extraña que
cuando alguien se enfada te envíen a freír mocilla.
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