jueves, 1 de septiembre de 2016

ME GUSTA SER EVA

De hecho me siento como Eva cogiendo del fruto prohibido, directamente del árbol para comérmelo ahí mismo. Robando un trocito de placer. Sí, así me siento cuando, en mi trabajo, paseando por los campos, disfruto de uno de los momentos más apetecibles. Los osos me entendería muy bien: la llegada de las moras. Sí, moras. Por donde paso en mi trabajo ahí están, ese hermoso fruto negro, dulce, delicioso y casi prohibido, por lo que pinchan las condenadas zarzas. Hay gente que va a recogerlas en bolsas y cajas para llevarlas a casa. Eso es demasiado premeditado. Se pierden el placer de comerlas del árbol, cogerlas allí mismo y relamerte una tras otra.  Mientras comes, observas cuál va a ser la próxima, rebuscando con los ojos la que más te llama la atención. Me encanta alcanzar aquéllas que están fuera del alcance de la mano y que penden hermosas reclamando, llamando y sugiriendo. Y allí que me voy, como Eva a por la manzana prohibida, hacia esas moras, subiéndome como puedo a cualquier lugar para atrapar ese fruto delicioso. Como cuando éramos niños y nos gustaba coger las frutas de los árboles para ser perseguidos por el dueño.

¡Qué gusto ser Eva y poder pecar una y otra vez! ¿A que sí?

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